lunes, 13 de mayo de 2013

La comunidad y la cultura consumista


Tras leer el documento de "Modernidad líquida", realice una búsqueda sobre Zygmunt Bauman,y  encontré dos temas muy actuales e interesantes: la comunidad y la cultura consumista.

Sobre la comunidad expongo los principales conceptos que desarrolló Bauman ante la prensa española al presentar su libro "Comunidad":

-Tele-visión y tele-acción:
"Tenemos todos los instrumentos para la tele-visión, pero apenas ninguno para la tele-acción: vemos más allá de lo que nuestras manos pueden alcanzar. Diariamente, contemplamos cómo se hace el mal, cómo se sufre el dolor, pero el desafío que ello representa para nuestros sentimientos morales queda en gran medida sin respuesta. No hay duda de que algunas de nuestras acciones y reacciones están inspiradas moralmente, pero sus efectos no llegan a compensar a la enormidad de cuestiones que los inspiraron. Somos demasiados conscientes de ello, pero no sabemos cómo superar la brecha"

-Del "yo no lo sabía" al "cualquier cosa que haga no sirve de nada"
"Habiendo sido colocados en posición de espectadores se nos ha privado de la excusa más común para la conciencia culpable: el "yo no lo sabía". La única excusa que queda es la que se apoya en la impotencia: "haga lo que haga no servirá de nada". Es una débil excusa, pero convincente incluso para nosotros mismos. Sospechamos que más bien se trata de lo contrario: de que lo que hagamos o dejemos de hacer importa. Después de todo, en nuestro intercomunicado planeta dependemos unos de los otros, y lo que se hace en una parte del globo tiene un alcance muy superior a la visión e imaginación de sus actores. Somos responsables de la situación de los demás. Lo que ocurre es que no sabemos qué significa asumir esa responsabilidad y qué es lo que ello requiere. Y carecemos de los instrumentos que podrían lograr que nuestras preocupaciones e intuiciones morales reviertan en unas condiciones más decentes para la humanidad, haciendo al mundo más inhóspito para la indignidad humana y la humillación y más acogedor para la atención mutua y la solidaridad".

-La comunidad global:
"Es demasiado pronto para prever la forma final de la cohabitación humana planetaria. Hay una cosa que si puede postularse: la perspectiva de una comunidad global es un horizonte último en el que debemos medir la pertinencia de cada paso que demos hacia su consecución. Una comunidad, para merecer tal nombre, debe apoyarse en la idea de que sus miembros asumen una responsabilidad compartida por cada cual. No puede haber una comunidad sin un sentido y una práctica de la responsabilidad. Y si la capacidad de carga de los puentes se mide por la fuerza de sus pilares más débiles, la solidaridad de una comunidad se mide por el bienestar y la dignidad de sus miembros más débiles".

-La protesta global:
“Por ahora, lo que he emergido con las protestas globales en un sentimiento de comunidad planetaria. Ha sido un ejercicio mundial de empatía. Un descubrimiento de la semejanza de los seres humanos, de sus esperanzas y temores. Generalmente, concebimos al mundo poblado de grupos étnicos, culturales y religiosos incompatibles y hostiles. Las imágenes de la miseria humana provocada por la guerra revelaron la verdad oculta tras esa creencia común. Se descubrió como debajo de cualquier fragmentación subyace una humanidad compartida. Que son nuestras diferencias y no nuestras similitudes, las que están construidas artificialmente. La crueldad es crueldad se ejerza donde se ejerza y contra quienquiera que se emplee. Pero estamos todavía muy lejos de ser una comunidad planetaria, aunque este sentimiento de humanidad compartida es indispensable para alcanzarla algún día”.

-La lucha contra la desigualdad es la clave:
“No es concebible un avance decisivo hacia una sociedad civil global al menos que la desigualdad e injusticia planetaria, que subyace en el fondo de nuestras desconfianzas, prejuicios y enemistades mutuas, se afronten sin rodeos y se hagan serios y concertados esfuerzos por mitigarlas y recomponerlas a largo plazo”.

En cuanto a la cultura consumista, para Zygmunt Bauman, "la revolución consumista es una muestra ineludible de la dependencia que tienen hoy las sociedades avanzadas. Frente al consumo, el paso de la "modernidad sólida" a la "modernidad líquida" debe observarse desde el punto de vista de una sociedad de productores a una sociedad de consumidores. La diferencia radical de la modernidad está en la separación entre consumo y consumismo, un sistema de relaciones que no se puede satisfacer sin riesgo de colapso".

"El consumismo no es un añadido exterior a las sociedad contemporáneas, sino que es el punto de partida que rechaza cualquier punto de llegada, dado que el consumismo instaura el mito del comienzo perpetuo rendido al fetichismo de la novedad; una novedad que hoy queda totalmente envejecida ante la novedad posible de mañana. Y una novedad en la cual el propio sujeto se convierte a sí mismo en un objeto de consumo".

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