Tras leer el documento de "Modernidad líquida", realice
una búsqueda sobre Zygmunt Bauman,y encontré dos temas muy actuales e
interesantes: la comunidad y la cultura consumista.
Sobre la comunidad expongo los principales conceptos que
desarrolló Bauman ante la prensa española al presentar su libro
"Comunidad":
-Tele-visión y tele-acción:
"Tenemos todos los instrumentos para la tele-visión,
pero apenas ninguno para la tele-acción: vemos más allá de lo que nuestras
manos pueden alcanzar. Diariamente, contemplamos cómo se hace el mal, cómo se
sufre el dolor, pero el desafío que ello representa para nuestros sentimientos
morales queda en gran medida sin respuesta. No hay duda de que algunas de
nuestras acciones y reacciones están inspiradas moralmente, pero sus efectos no
llegan a compensar a la enormidad de cuestiones que los inspiraron. Somos
demasiados conscientes de ello, pero no sabemos cómo superar la brecha"
-Del "yo no lo sabía" al "cualquier cosa que
haga no sirve de nada"
"Habiendo sido colocados en posición de espectadores se
nos ha privado de la excusa más común para la conciencia culpable: el "yo
no lo sabía". La única excusa que queda es la que se apoya en la
impotencia: "haga lo que haga no servirá de nada". Es una débil
excusa, pero convincente incluso para nosotros mismos. Sospechamos que más bien
se trata de lo contrario: de que lo que hagamos o dejemos de hacer importa.
Después de todo, en nuestro intercomunicado planeta dependemos unos de los
otros, y lo que se hace en una parte del globo tiene un alcance muy superior a
la visión e imaginación de sus actores. Somos responsables de la situación de
los demás. Lo que ocurre es que no sabemos qué significa asumir esa
responsabilidad y qué es lo que ello requiere. Y carecemos de los instrumentos
que podrían lograr que nuestras preocupaciones e intuiciones morales reviertan
en unas condiciones más decentes para la humanidad, haciendo al mundo más
inhóspito para la indignidad humana y la humillación y más acogedor para la
atención mutua y la solidaridad".
-La comunidad global:
"Es demasiado pronto para prever la forma final de la
cohabitación humana planetaria. Hay una cosa que si puede postularse: la
perspectiva de una comunidad global es un horizonte último en el que debemos
medir la pertinencia de cada paso que demos hacia su consecución. Una
comunidad, para merecer tal nombre, debe apoyarse en la idea de que sus
miembros asumen una responsabilidad compartida por cada cual. No puede haber
una comunidad sin un sentido y una práctica de la responsabilidad. Y si la
capacidad de carga de los puentes se mide por la fuerza de sus pilares más
débiles, la solidaridad de una comunidad se mide por el bienestar y la dignidad
de sus miembros más débiles".
-La protesta global:
“Por ahora, lo que he emergido con las protestas globales en
un sentimiento de comunidad planetaria. Ha sido un ejercicio mundial de
empatía. Un descubrimiento de la semejanza de los seres humanos, de sus
esperanzas y temores. Generalmente, concebimos al mundo poblado de grupos
étnicos, culturales y religiosos incompatibles y hostiles. Las imágenes de la
miseria humana provocada por la guerra revelaron la verdad oculta tras esa
creencia común. Se descubrió como debajo de cualquier fragmentación subyace una
humanidad compartida. Que son nuestras diferencias y no nuestras similitudes,
las que están construidas artificialmente. La crueldad es crueldad se ejerza
donde se ejerza y contra quienquiera que se emplee. Pero estamos todavía muy
lejos de ser una comunidad planetaria, aunque este sentimiento de humanidad
compartida es indispensable para alcanzarla algún día”.
-La lucha contra la desigualdad es la clave:
“No es concebible un avance decisivo hacia una sociedad
civil global al menos que la desigualdad e injusticia planetaria, que subyace
en el fondo de nuestras desconfianzas, prejuicios y enemistades mutuas, se
afronten sin rodeos y se hagan serios y concertados esfuerzos por mitigarlas y
recomponerlas a largo plazo”.
En cuanto a la cultura consumista, para Zygmunt Bauman,
"la revolución consumista es una muestra ineludible de la dependencia que
tienen hoy las sociedades avanzadas. Frente al consumo, el paso de la
"modernidad sólida" a la "modernidad líquida" debe
observarse desde el punto de vista de una sociedad de productores a una
sociedad de consumidores. La diferencia radical de la modernidad está en la
separación entre consumo y consumismo, un sistema de relaciones que no se puede
satisfacer sin riesgo de colapso".
"El consumismo no es un añadido exterior a las sociedad
contemporáneas, sino que es el punto de partida que rechaza cualquier punto de llegada,
dado que el consumismo instaura el mito del comienzo perpetuo rendido al
fetichismo de la novedad; una novedad que hoy queda totalmente envejecida ante
la novedad posible de mañana. Y una novedad en la cual el propio sujeto se
convierte a sí mismo en un objeto de consumo".
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